La certeza de lo poco probable - Carta 297 de 365
Un día más sentado en el mismo asiento de siempre, el chico de todos los días sentado a unos metros de mi acaba de llegar, saca su portátil de siempre y se dispone a ¿trabajar? ¿Estudiar? no lo sé. Su apariencia me resulta muy curiosa, hace frío, viento, incluso llueve, ninguna novedad para Galway pero el va con pantalón corto, probablemente venga del gimnasio o vaya después.
La limpiadora de la cafeteria acaba de pasar como cada mañana, cascos a toda voz me confirma que es portuguesa o brasileña, se ríe mucho, parece feliz pese a que lleva unas ojeras hasta el suelo de grandes.
Y aquí estoy yo, sentando, con ganas de que haga calor, sin ganas a su vez de salir a la calle, pero con unas ganas inmensas de conseguir cada puto paso que tengo en mi cabeza. Estoy acostumbrado a estar al borde del fracaso, no puedo ir a peor.
Nada más por hoy. Te escribo mañana
Posdata; Cuídate: Carta 297 de 365
La limpiadora de la cafeteria acaba de pasar como cada mañana, cascos a toda voz me confirma que es portuguesa o brasileña, se ríe mucho, parece feliz pese a que lleva unas ojeras hasta el suelo de grandes.
Y aquí estoy yo, sentando, con ganas de que haga calor, sin ganas a su vez de salir a la calle, pero con unas ganas inmensas de conseguir cada puto paso que tengo en mi cabeza. Estoy acostumbrado a estar al borde del fracaso, no puedo ir a peor.
Nada más por hoy. Te escribo mañana
Posdata; Cuídate: Carta 297 de 365
Comentarios
Publicar un comentario