La locura de un marinero - Carta 46 de 365

No me claves los puñales del suicidio colectivo, el inmigrante de corazón errante que por buscar encontró la paz donde la guerra se volvió armonía entre el caos. No quiere despedirse de su familia política, quiere robarle todo el tiempo a el amor, que el sol pinte la habitación, algún día explicare el porque de esta razón. Se muere si esta solo, el no quiere echarte de menos, no quiere olvidar su mano, va a robarle la cordura de la infancia desmedida.

Cuando todo se evapore en charcos, cuando no queden promesas cumplidas, cuando risa y llanto florezcan al mismo compás, parecerá atrevimiento pero es puro sentimiento. Volar, casi acariciar el cielo, permitirme explicar la razón desmedida del tuerto incomprendido o la bailarina coja que por andar salio corriendo exclamando libertad. 

Ya no me sentiré atado a la locura que me sacia, a la tristeza que me llena, yo saltare a la primera de cambio cumpliré como alma equivocada que sacia la despedida de un barco errante desmedido que al ritmo de 3 por 4 sacia libertad exclamando piedad mientras cañones por proa arrebatan la sutil vida de un marinero perdido.

Y no olvidemos que hasta el mas necio tiene sentimientos, y que el mas cuerdo también
se vuelve locura.



                                                                                                   Nada mas por hoy. Te escribo mañana
                                                                                                               Posdata: Cuídate 46 de 365